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martes, 17 de enero de 2017

El Monguer de la semana, 15/1/17: Todos los que se burlan del asesinato de Carrero Blanco

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Recientemente ha saltado al debate público la cuestión de que la twittera Cassandra Vera está siendo juzgada por una serie de chistes sobre el asesinato de Carrero Blanco, el segundo de Franco a principios de los años 70 y quien al parecer estaba destinado a sucederlo como jefe de estado. Lo más llamativo del caso es que el fiscal pide para ella dos años y medio de cárcel por ese tipo de ofensas.

Como respuesta a dicha exageración, una multitud de personas han salido en defensa de ella, lo cual me parece muy bien, y han aprovechado para demostrar lo poco importantes que son este tipo de comentarios sobre alguien como Carrero Blanco, y lo han demostrado haciendo más chistes sobre su famosa muerte al saltar su coche sobre un edificio (que si astronauta, que si tres metros sobre el cielo, que si aprendiendo a volar...), lo cual me parece muy mal.

Y me parece muy mal no porque quiera defender a alguien como Carrero Blanco, un dictador en potencia, una horrible persona cuya intención era continuar un régimen totalitario, antidemocrático y hasta genocida. No me parece muy mal porque considere que la petición del fiscal es correcta, ya que es una flagrante burla a una población que ha tenido que asistir no ha ce mucho al espectaculo en el que otro fiscal, el propio Fiscal General del Estado, salía en defensa de la Infanta Cristina cuando ésta era la acusada (algo inédito en la historia mundial de la jurisprudencia), para que ahora se ensañen de esa forma con alguien que probablemente no tendrá dinero suficiente para costearse un abogado profesional. No  me parece muy mal porque ignore que el asesinato de Carrero Blanco a manos de ETA acelerara o incluso hiciera posible el cambio social y democrático en España.

Me parece muy mal porque, en mi humilde opinión, nadie merece morir, y mucho menos, nadie merece morir asesinado. Y si muere asesinado, nadie merece que se burlen de su muerte. No me importa lo horrible que haya sido en vida. Para mí es una cuestión de educación y de bondad. A casi todos los españoles se nos llena la boca criticando las penas de muerte de Estados Unidos, y nos dan pena esos pobres asesinos que esperan en el corredor de la muerte. Decimos que es cruel ahorcar a un convicto, freirlo en una silla eléctrica, suministrarle una inyección letal, pero después nos hace gracia que a una persona la vuelen por los aires. "Es que este era muy mala persona", pensamos, y pensamos que era peor persona que el pobre asesino que tuvo una mala vida y asesinó porque no entendía bien las reglas de nuestra sociedad. Y puede que tengamos razón al pensarlo, y puede que lleguemos a la conclusión de que la muerte de Carrero Blanco fue buena para nuestro país.

Aún así, para mí, nadie merece morir, nadie merece ser asesinado, y nadie merece que se rían de su muerte, independientemente de lo que haya hecho en vida. Es una cuestión de principios. No podría considerarme mejor que un asesino si deseare la muerte de una persona, y no podría considerarme mejor que alguien que se burla de la muerte de un ser querido para mí si yo hago lo mismo con otra persona. No es necesario reírme del dolor ni de la muerte de otra persona, no me produce ningún placer ni me hace sentir feliz ni satisfecho. Qué fácil es criticar desde un trono de moralidad eso del "ojo por ojo", y sin embargo qué fácil es caer después en la trampa de disfrutar del dolor ajeno. Ni somos más valientes, ni somos más de izquierda, ni somos más modernos, ni somos mejores personas cuando hacemos eso. Somos todo lo contrario. 

La condena que pide el fiscal es, a todas luces, injusta y excesiva. Eso pienso. Y también pienso que quien hace bromas sobre la muerte de Carrero Blanco está más cerca de pensar como lo hacía Carrero Blanco que de ser todo lo contrario a él. Y, como suelo decir al final de mis peroratas, ojalá me equivoque, y ojalá no esté en lo cierto al pensar que, al desahogar nuestras frustaciones en forma de insultos en las redes sociales, enarbolando la bandera de la libertad de expresión como un escudo impenetrable, no estamos realmente dando rienda suelta a la peor parte de nuestra personalidad. Espero que no sea eso, sinceramente.

(Foto: abc.es)

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