A pesar de su sakespeariano nombre, George Rosenkranz era mexicano; eso sí, había nacido en Hungría en 1916 con el nombre de Gyorgy Rosenkranz. Rosenkranz estudió química y realizó su doctorado en Instituto Suizo Federal de Tecnología, a las órdenes del gran químico Leopold Ruzicka, que llego a tener 8 doctorados honoris causa y ganó el Premio Nobel de Química en 1939. Ruzicka fue precisamente quien protegió a Rosenkranz, que era judío, cuando el nazismo comenzó a ganar adeptos en Europa, y le consiguió además un puesto de trabajo en Quito.
Sin embargo, mientras hacía escala en La Habana, comenzó la Segunda Guerra Mundial, y el entonces dictador cubano, Fulgencio Batista, le ofreció la posibilidad de un asilo político y un trabajo allí mismo, desarrollando posibles tratamientos para enfermedades venéreas. Varios años después, su trabajo atrajo la atención de un par de peces gordos de la farmacéutica mexicana Syntex, que andaban metidos en los primeros proyectos de síntesis artificial de hormonas. Rosenjranz fue llevado entonces a México para sustituir a un químico de Estados Unidos que había abandonado el proyecto (en realidad, su primera tarea consistió en "piratear" los compuestos del otro químico para averiguar cómo sintetizarlos sin la fórmula original, que éste se había llevado).
Rosenkranz formó en Syntex un extraordinario equipo internacional de científicos traídos de Bulgaria, México y Uruguay que consiguieron simplificar de forma extraordinaria la síntesis de cortisona y después empezó a trabajar en una síntesis artificial de progesterona. Durante el proceso, sintetizaron algunos esteroides que fueron usados en la fabricación de los primeros anticonceptivos orales.
Rosenkranz publicó a lo largo de su vida más de 300 artículos y registró más de 150 patentes. Murió el pasado 23 de junio a los 102 años. Descanse en paz.
(Foto: Wikipedia)
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