El título de este post no se refiere a que haya ningún vecino de Chueca que haya sido proclamado por el pueblo como el nuevo patrón de los enamorados. Es exactamente lo que dicho título sugiere: San Valentín está en Chueca.
En el siglo III, época de crisis del Imperio Romano, el emperador Claudio II, El Gótico, decretó que los soldados no podían casarse, ya que consideraba que la vida en matrimonio era incompatible con la vida militar. Un médico romano que se había hecho sacerdote cristiano, llamado evidentemente Valentín, se dedicó en aquellos años a casar en secreto a dichos soldados, en contra de los deseos del emperador. Cuando fue descubierto, fue encarcelado, y finalmente decapitado el 14 de febrero de 270, y posteriormente convertido en mártir por la Iglesia Católica.
Pues bien, parece ser que sus restos fueron enterrados en las catacumbas de Roma, junto con los de muchos otros mártires. Mucho tiempo después, en el siglo XVIII el Vaticano buscó y encontró muchos de estos restos y, ante la imposibilidad de venerarlos todos en Roma, y con la idea de potenciar el fervor y los peregrinajes en Europa, el Papa decidió donar parte de estos restos como reliquias a diferentes familias reales europeas. En el reparto, al rey Carlos IV de España le "tocaron", las de San Valentín y San Pantaleón.
Posteriormente, los Borbones donaron las de San Valentín a la hermandad de los escolapios, que las depositaron en la cripta de la iglesia de San Antón, en Madrid, donde aún hoy reposan y pueden visitares. La iglesia de San Antón está en la madrileña calle de Hortaleza, en el límite del barrio de Chueca, el más famoso barrio gay de nuestro país.
Qué ironía más irónica que los restos de un mártir cristiano que se dedicaba a casar a personas en secreto y en contra de la ley estén en un lugar donde viven y se concentran muchas personas que hasta hace muy poco no tenían permitido casarse, y cuya unión no está precisamente reconocida ni aceptada por, precisamente, la Iglesia Católica. Curiosísimo...
(Imagen: tradicioncatolica.com)
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