Qué precioso país éste al que tanto nos gusta comparar conl os demás y con el que tanto se nos llena la boca diciendo "como en España, no se vive en ningún sitio", y ¿sabéis qué? Estoy de acuerdo, porque las estupideces que se hacen en este país no se hacen en ningún otro, la verdad.
Me explico: todo el mundo debe conocer ya a estas alturas el fenómeno de "fuga de cerebros" que se da en nuestra patria mejor que las sandías gordas en verano. Que nadie se engañe: este fenómeno lleva produciéndose muchísimo tiempo, muchísimo, y si no os lo creéis, solo hay que escuchar la frase de Santiago Ramón y Cajal, uno de los dos únicos científicos españoles que recibió el Premio Nobel (por cierto, el otro, Severo Ochoa, ya lo recibió siendo ciudadano estadounidense, ya que prácticamente lo habíamos echado de aquí en los años precedentes, y después hicimos lo imposible por recuperarlo). Pues bien, la frase dice lo siguiente (¡Ya en 1900!): "Al carro de la cultura española le falta la rueda de la ciencia". Muy gráfico, ¿verdad?
Pues bien, resulta que desde el año 2000 (o sea, 100 años después de la frase anterior) existe en España el programa "Ramon y Cajal" de becas destinadas a que los mejores científicos españoles que están trabajando en el extranjero puedan volver a España y realizar su labor y su investigación dignamente.
Pues bien, para empezar, desde su fundación, el programa ha perdido más de la mitad de sus plazas, lo cual se entiende (más o menos) en el marco de la crisis. Lo que no se entiende ya tan bien es el objetivo y el desarrollo de este programa, me explico: resulta que últimamente hemos asistido a unos cuantos casos en los que científicos españóles jóvenes pero de enorme prestigio internacional (sí, sí: internacional) ven rechazadas sus becas Ramón y Cajal porque, al parecer, no son lo suficientemente buenos para nosotros. Es el caso de Diego Martínez Santos, que recibió el premio de la Sociedad Europea de Física al mejor físico de partículas joven del año, curiosamente el mismo día que recibía la carta en la que le denegaban la beca Ramón y Cajal. Es también el caso de Jonay González, del Instituto Astrofísico de Canarias, que a sus 33 añitos ya ha liderado un proyecto que ha sido portada de la revista Nature, la revista científica más prestigiosa del mundo. Es el caso de Marian Tórtola, del Instituto de Física Corpuscular de Valencia, y que recibió en 2009 el premio a la mejor investigadora novel en Física Teórica por la Real Sociedad Española de Física. Es el caso de Daniel Brunner del Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos de Palma de Mallorca, que a sus 31 años ya ha publicado en Nature, Science y Physical Review Letters. Todos ellos han visto rechazadas su solicitudes, sobre todo porque la valoración es hace en cinco apartados, y en el quinto ("potencial de liderazgo y relevancia internacional del investigador) suspenden los cuatro; por cierto, curiosamente todos con la misma puntuación: 9,9 sobre 20. Absurdo, ¿verdad?
En fin, yo he tenido el honor de trabajar como investigador científico en una universidad, y conozco a bastante gente en el mundillo. Por ello, conozco los "criterios" que utilizan las comisiones valoradoras a la hora de conceder becas y plazas cuando el procedimiento no es abierto (y que muchísimas veces se basan en el enchufismo y la rivalidad entre los profesores titulares). Por tanto, estos procedimientos y estos extraños resultados no me son ajenos, por desgracia.
Por cierto, con este dato remato el artículo: la beca para retener a los mejores cerebros españoles del mundo está dotada con un sueldo de 33.720 euros anuales, lo que significan unos 2408 euros mensuales, si contamos pagas extra. No se a vosotros, pero a mí me parece un sueldo bastante bajo para pagar a una de las mejores mentes científicas del mundo que tenemos la suerte de tener como paisano. Y, por cierto: el sueldo medio de un concejal de Madrid es aproximadamente el triple... ¡Toma ya!
(fot: humofutbolclub.com)
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