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lunes, 13 de mayo de 2013

¡¡Joroña, que joroña, profes a la cárcel!!


Locura locurita del gobierno griego: resulta de que anoche se público en el boletín oficial del estado helénico un nuevo paquete de reformas que incluyen nuevos recortes para el profesorado (de esos que ya conocemos tan bien en España); resulta de que el principal sindicato de profesores (OLME) convoca una huelga para el día 17 de Mayo; resulta de que ese día empiezan las pruebas de selectividad, y resulta de que, como consecuencia, el gobierno griego emite un decreto de movilización forzosa para el profesorado, es decir, hace ilegal la huelga y amenaza con penas de cárcel a los profesores que se atrevan a hacerla.

Una afrenta más a los derechos del profesorado, me explico: resulta que los pilotos y el personal de los aeropuertos se ponen de huelga (en algunos casos sin avisar, que ya lo hemos visto) de huelga en los períodos vacacionales, los empleados del metro y los transportes públicos se ponen de huelga en horas punta, los trabajadores de cualquier sector industrial o agrario cortan carreteras, hacen barricadas y queman neumáticos para provocar el máximo impacto posible y hace que su queja sea escuchada y entendida (lo cual es más que comprensible, por más trastornos que esto pueda causar en el resto de los ciudadanos), pero los profesores no podemos hacer huelga en períodos de exámenes oficiales porque, claro, el impacto es demasiado grande...

Para los que no conozcáis la profesión docente, os explico en qué consiste una huelga de maestros y profesores normalmente: primero, el sindicato que nunca pasa por el instituto (excepto en períodos electorales, claro está), y que te ayuda cuando tienes un problema solo la mitad de lo que podría y solo la mitad de las veces, se presenta allí (o ni siquiera eso: muchas veces manda unas pegatinitas y unos folletitos); después los niños empiezan a ponerse nerviosos, y preguntan que cuándo es la "juerga" y qué profesores no van a ir a clase. El día de la huelga, los profesores huelguistas van a la manifestación por la mañana, la mayoría de los demás van a la de por la tarde con los huelguistas, y mientras en el instituto, existen servicios mínimos (normalmente la directiva) que intentan cubrir las bajas del profesorado, para que el impacto de la huelga sea el mínimo posible, mientras que los alumnos, que en la mayoría de los casos no pueden ir a la huelga porque son menores, a menos que sea una huelga de toda la comunidad educativa, faltan masivamente, unos quedándose en casa y otros quedándose en la puerta del centro jugando al fútbol... Resultado: impacto mínimo, casi nadie se entera de la huelga ni de sus motivos y los huelguistas pierden entre 80 y 100 euros de su sueldo.

Ojo: entiendo perfectamente el comprensible cabreo de los que se ven afectados, y es un buen tema de debate, el equilibrio entre la protesta o el sufrimiento de los que no tienen nada que ver con ella pero, por ejemplo, se pierden sus vacaciones, es perfectamente comprensible, y en este terreno siempre hay que entablar un contraste de opiniones para que los realmente afectados sean los responsables del problema, por supuesto. Lo que quiero dejar muy claro, es que en cualquier otra huelga hay servicios mínimos que garantizan de alguna manera el derecho a la protesta a la vez que intentan que el problema causado no sea demasiado gordo ni irreversible. Por eso no entiendo que se prohíba, por ley, a los profesores ejercer su derecho a huelga en el único momento del año en el que su protesta puede causar un mínimo impacto. La razón parece ser que la clase política está muy acostumbrada a no sufrir de ninguna manera las protestas del sector docente, habida cuenta de que se trata de un trabajo con una productividad insustituible pero intangible a corto plazo, me explico: los éxitos y fracasos de la educación son visibles varios años después de producirse las modificaciones o el propio trabajo docente, y por lo tanto, desde el punto de vista del político es una actividad con una productividad nula. Si los profesores hacen bien su trabajo y las condiciones del sistema educativo son óptimas, los beneficios se recogerán en un plazo que no cabe en la legislatura, y que por tanto podría recoger el partido de la oposición cuando llegue el gobierno. Además, los efectos negativos del trabajo incorrecto del docente, así como aquellos causados por los recortes y degradaciones del sistema educativo no serán visibles también hasta dentro de unos años, cuando ya no sea posible depurar responsabilidades sobre, válgame la redundancia, los responsables. Y, por el camino, encima, asistimos a la inocuidad de las protestas del profesorado, que solo quiere, como cualquier otro sector, exigir los réditos de su esfuerzo  (no solo del que hacen cada día, sino del que han tenido que hacer durante años para llegar a donde están) y sus derechos conseguidos poco a poco. Protestas inocuas que no parecen importar mucho y que, cuando empiezan a molestar, se intentan cortar de la forma más antidemocrática posible: ilegalizando una huelga cuando molesta. Así de claro.

Y sí, soy profesor (se me ha notado).

(foto: publico.es)

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