El rinconcito de hoy es , simplemente, un lugar donde pasé uno de los mejores días de mi vida, un día que se hunde ya en las raíces de un pasado ajeno y extraño, pero un día inolvidable al fin y al cabo. Se trata del distrito de Vysehrad, en la ciudad de Praga. Praga es una ciudad realmente maravillosa, pero esta parte concreta tiene para mí un encanto especial.
En este sector de la capital checa se encuentra el famoso Castillo de Praga (el más grande del mundo, por cierto) que contiene en su recinto a la Catedral de San Pedro y San Pablo. Esa parte es ya de por sí un punto de gran interés turístico y en el que he probado mi único goulash hasta la fecha (una delicia, por cierto). Sin embargo, la parte más bonita aparece cuando uno decide perderse en un paseo por los árboles de la zona alta, hasta llegar a un parquecito junto al precioso cementerio (totlmente recomendable, lleno de tumbas de checos famosos y preciosamente adornadas con flores) desde el que se puede disfrutar de unas vistas maravillosas de lo más bonito de Praga: sus tejados. Si visitáis la ciudad en otoño o invierno, entonces ya os podéis morir de gusto admirando las columnas de humo de las chimeneas...
(foto: maximz.ru)
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