Al margen de si os acordáis o no de la serie de TV La Superabuela, esta historia es totalmente real. Es la historia de Gustaf Hakansson, un camionero sueco que se hizo famoso a principios de los años 50 y probablemente es conocido por todos los suecos.
La carrera, tremendamente dura, estaba organizada por el periódico Stock-Holms, y recorría el país de Norte a Sur (partiendo muy cerca del Círculo Polar Ártico) a lo largo de 1.760 Km, de Haparanda a Ystad. Con un premio de 5.000 coronas suecas de la época, el evento era esperado por todos.
No era una carrera abierta. De 1.000 ciclistas que se presentaron, un jurado eligió a los 40 mejores. Desde luego, no eligieron a Gustaf, que excedía en 26 años la edad límite para presentarse a la carrera, ya que por aquel entonces tenía 66. Las palabras del encargado de los registros fueron "vuelva a casa y a su mecedora". Sin embargo, el superabuelo no se iba a dar por vencido.
Los seleccionados fueron trasladados al inicio de la carrera, en el norte de Suecia, en tren. Puesto que Gustaf Hakansson no era un participante oficial, no tuvo un billete de tren así que, ni corto ni perezoso, se montó en su bici y pedaleó 1.600 Km hacia el norte, donde empezaría la carrera. Poco después de dar la salida oficial, Gustaf, empezo a correr con ellos. No era un participante oficial, pero no podían prohibirle pedalear por carreteras públicas. Llevaba una bolsa con agua, un impermeable, un cuentakilómetros y un dorsal que se había hecho él mismo con el número 10.
160 Km después de empezar la carrera, los medios de comunicación repararon en él, así como el público de la carrera, que empezó a vitorear al anciano allá por donde pasaba. La carrera duró 7 días. Mientras los participantes oficiales dormían cada noche en habitaciones de hotel, Gustaf no durmió ni una hora en los tres primeros días de carrera, y después solo descansó tres horas en el banco de una estación de policía (os recuerdo que estamos hablando de Suecia, así que el frío por la noche debía de ser más que considerable). Durante parte de la carrera, un periódico lo contrató para ir escribiendo un reportaje sobre su hazaña, para lo cual paraba de vez en cuando a sentarse bajo un árbol a escribir, debido a la cantidad enorme de horas que tenía de ventaja con respecto al resto de participantes.
Al llegar a Soderhamm, a mitad de trayecto, fue parado por a policía para que le hicieran un reconocimiento médico, con el temor de que el esfuerzo fuera demasiado para el superabuelo, que además tenía que reducir su marcha varias veces porque tenía que ir esquivando camiones y coches, mientras que los demás participantes tenían automóviles de carrera que les despejaban el tráfico. Los médicos determinaron que estaba perfectamente y que podía continuar sin ningún problema.
Lo normal en estas historias de gestas llevadas a cabo por gente de avanzada edad es concluir con frases como "Y completo la carrera, que no es poco" o "Y llegó entre los diez primeros, una verdadera hazaña". Pero no es así en este caso. Gustaf Hakansson, después de dormir 10 horas en 7 días, llegó a la meta en primer lugar, 24 horas antes que el segundo. No recibió el premio, ya que no era un participante oficial, pero varios fabricantes de bicicletas, motos y coches le pagaron mucho más por usar su imagen en publicidad.
Gustaf Hakansson murió en 1987, poco antes de cumplir los 105 años. Su último viaje en bicicleta lo había hecho con 100 años.
(Foto: theguardian.com)
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