
EL COLOR ROJO
Rojo. Todo rojo. Rojo oscuro, púrpura; burdeos, casi morado; más oscuro, rojo grana. Hizo un esfuerzo y tomó una bocanada de aire color rosa. Todo seguía del mismo color. Rojo corazón, del color de los glóbulos rojos, del color de las algas fibrosas. Todo lo que veía, y sus mismos ojos, tenían el color de la inflamación, de todo aquello que duele. Rojo espeso, rojo corrosivo. Era un rojo intenso, como el color de su mirada; un color antiguo, como el rojo de un obrero en blanco y negro, saliendo de la fábrica con su gorra en las manos, y más antiguo aún, como los ciervos rupestres, rojos de óxido y con la piel del grosor de un dedo. El rojo que le resbalaba de la frente a la comisura de los labios iba del dolor al dolor, y teñía su mirada de rojo arterial. Finalmente, no pudo más y se derrumbó sobre un charco de sangre negra.
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