La tradición del Ratoncito Pérez, que deja una moneda a los niños después de perder su primer diente. Una de las tradiciones más propias, entrañables y extendidas de España, tiene su origen en un cuento que el Padre Luis Coloma, famoso autor de novelas infantiles de finales del siglo XIX y principios del XX, realizó por encargo para el rey de Alfonso XIII, bisabuelo del actual rey Felipe VI, y que en la fecha de publicación del cuento (1902) tenía 8 años; hay que recordar que Alfonso XIII fue el Rey más joven de la historia de España (y probablemente del mundo), ya que fue hijo póstumo del rey Alfonso XII, por lo que fue coronado rey de España el mismo día de su nacimiento (aunque su coronación se hizo efectiva al cumplir los 16 años).
Pues bien, el cuento fue escrito para consolar a su alteza infantil precisamente cuando perdió su primer diente. La historia relata el increíble viaje del pequeño rey Buby con su amigo, un pequeño ratón llamado Pérez. Curiosamente, el cuento es una interesante lección preceptora para el joven Alfonso XIII, ya que el joven protagonista conoce en su viaje a sus súbditos, algunos de los cuales muy pobres, y a los que aprende a cuidar y proteger valerosamente, como un buen rey (qué lástima que el joven Alfonso olvidará años después esta valiosa lección...).
Curiosamente, el Ratón Pérez vive en una dirección concreta en el cuento que existe en realidad, y que no es más que el edificio donde vivía su autor. Concretamente, el ratoncito tenía (o tiene) su hogar en una caja de galletas en la Confitería Prast, en la calle Arenal de Madrid (que realmente existió en el siglo XIX y que, por cierto, tiene un proyecto en marcha para ser reabierta al público). Por cierto, qué bonito es el mundo de los cuentos, en el que un ratón puede vivir en una confitería sin que ello genere más problemas, jejeje...
Y, en la historia, el Ratón Pérez dejaba una moneda de oro bajo la almohada del pequeño rey mientras este está durmiendo, como compensación por el diente, con el que se queda. Y así, desde entonces, la tradición trascendió al pueblo español, y los niños de nuestro país aún hoy sueñan felices cuando pierden su primer diente, sin miedo, con la ilusión de despertar la mañana siguiente y descubrir bajo su almohada que, en lugar del diente, hay una moneda, algo que nunca olvidarán... yo, al menos, no lo he olvidado, y recuerdo ese momento siempre con una sonrisa, incluso aún cuando ya sé quién puso ahí la moneda...
(Imagen: 20minutos.es)
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