A mediados del siglo I a.C. un ejército romano comandado por uno de los miembros del Primer Triunvirato, Craso, se internó en Asia Central, uno de los confines del mundo conocido por los europeos en aquellos tiempos, hasta que toparon con un ejército parto (persa) que masacró a los romanos. Parece ser que de la batalla, a la que iban 40.000 legionarios, volvieron unos 6.000 a Roma y perdieron la vida unos 20.000. Del resto no se supo nada, aparte de que fueron esclavizados, pero algunos otros fueron incorporados como mercenarios al ejército parto.
Por otro lado, el historiador Ban Gu, que vivió en el siglo I d.C. realizó una descripción más que curiosa de unos extraños soldados que intervinieron en el asedio de la ciudad china (hoy perteneciente a Uzbekistán) de Zhizhi, en el 36 a.C. (unos 17 años después de la derrota de Craso), a partir de las crónicas del general Gan Yanshou: hombres veteranos, muy disciplinados, que hacían campamentos de madera, y que luchaban en una extraña formación apretada, como escamas de pescado (quizá se refería a las famosas "testudo" de la legión romana). Un millar de auqellos soldados fueron destinados a una ciudad recién fundada a la que llamarón Li Jien (que al parecer era la forma adaptada de la palabra "legión" con la que los chinos de la época se referían a las zonas al oeste que estaban controladas por el Imperio Romano), a las puertas del desierto de Gobi y al sur de Mongolia.
Y aquí viene lo más curioso: en la zona, a día de hoy, se encuentran ciudadanos chinos con una fisionomía diferente a la del resto de sus compatriotas: ojos azules o verdes, pelo rubio o pelirrojo, nariz aguileña y cabello rizado. Y aún más. Su ADN parece mostrar un 46% de coincidencias con el ADN típico de los europeos. Evidentemente, ha pasado mucho tiempo y podría deberse a muchas otras causas, pero la leyenda está servida y la imaginación puede volar con la historia de estos posibles legionarios romanos en la China de hace 2.000 años...
(Imagen: historiasdelahistoria.com)
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