Náufrago es una película con una historia tremendamente simple y una realización tremendamente bella. Como digo, lo de menos es la irónica historia de una persona que trabaja conectando lugares remotos del mundo (trabaja para FedEx) y que acaba totalmente desconectado de éste. Lo importante en esta película son los efectos visuales (que no visuales, aunque también), es la increíble fotografía, es el reto interpretativo al que se somete Tom Hanks, que estuvo nominado al que podría haber sido su tercer Oscar (y que fue a parar al hombre de moda en aquel momento, Russell Crow, y su interpretación en Gladiator, para mí muy lejos del nivel de Hanks en ese momento). El protagonista es prácticamente el único personaje de la película, y lo es de hecho durante la mayor parte del metraje. Si a ello le sumamos un cambio de imagen espectacular para simular el paso del tiempo del personaje en su isla (después de un parón en el rodaje de 5 meses en los que Tom hanks perdió 25 Kg), tenemos la que es para mí una de las interpretaciones más interesantes de la historia del cine, así de claro.
Robert Zemeckis es un director muy visual, pero creo que es en esta película donde da lo mejor de sí mismo. Es verdaderamente una película en la que lo que se cuenta es menos importante que cómo se cuenta: es más un cuadro que un libro. Aún así, tiene, hacia el final de la misma, algunos monólogos verdaderamente inolvidables, y su final es ciertamente bello. Para rematar la faena, la preciosa música de Alan Silvestri crea un conjunto calmado, estético. Recomiendo quedarse viendo los títulos de crédito al final, no por los propios créditos, sino por la música, que alcanza su auge justo al final, y permite cerrar los ojos y disfrutar pausadamente del espectáculo sonoro.
(Imagen: wolfpackproductions.com)
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