¡Buenos días en jueves! Como ya sabéis, esta semana estoy dedicando las secciones del blog a mi padre. Hoy, que hablamos de un rincón especial, no puedo menos que hablar de un lugar como la Plaza de San Juan de Dios de Cádiz, un sitio en el que pasé, al igual que mis hermanos y mi madre, muchísimos y maravillosos momentos, la mayoría de ellos en el largo verano que pasábamos allí.
Baste decir que cualquier miembro de la familia Chain Villar que va a Cádiz a pasar el día comienza la visita invariablemente desayunando unos estupendos churros en alguna cafetería de la plaza: es un ritual que recomiendo a todos aquellos que quieran conocer la única ciudad que rivaliza en mi corazón con Sevilla y Cáceres, un lugar maravilloso que no tiene nada que envidiar a las más promocionadas turísticamente Córdoba, Granada o Málaga.
No digo mucho más porque empiezo a emocionarme. Solo esto: pocas experiencias se igualan a tomar unos churros y un café calentito en una fresca mañana mientras se escuchan las campanadas del reloj del ayuntamiento y se ve a la gente pasear entre las palomas, a ese ritmo precioso que marca la vida en esta pequeña Habana con menos negritos y mas salero.
(foto: bagnidilucca.wordpress.es)
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