Hoy os traigo otro ensayo. Es curioso cómo a veces se opina sobre cosas que son muy de actualidad y, varios años después, siguen siéndolo. Es algo sobre lo que pensar.
VIENTOS DE CAMBIO
Resulta a veces más que interesante observar cómo las personas nos resistimos a los cambios de nuestra vida, con qué fuerza y denuedo luchamos para mantenernos en nuestra situación actual, y sin embargo con qué facilidad y fluidez acabamos aceptándolos cuando ya están aquí y asumiéndolos como normales y que, incluso en el peor de los casos, como poco nos enseñan algo.
En nuestra cultura popular existen múltiples y variados ejemplos de resistencia al cambio, desde frases tan conocidas como “virgencita, que me quede como estoy” o “mejor malo conocido”, hasta agentes tan arraigados en nuestras vidas como la religión o la ideología política. En general, podría pensarse que el cambio es algo que nos hace sentir incómodos a los seres humanos, y eso es así porque nos genera incertidumbre, una de las sensaciones más perniciosas que nuestra mente puede experimentar.
Hay una realidad innegable, y es que a nuestro cerebro le gusta trabajar lo menos posible, sea cual sea nuestra ocupación y nuestro estilo de vida; cuando una persona ve un partido de fútbol o resuelve un complejo cálculo matemático, está en realidad llevando a cabo la misma acción, aunque por caminos que la costumbre ha hecho diferentes. Lo único que queremos, lo único que buscamos, es darle a nuestro cerebro un descanso; no debemos olvidar que, al resolver un problema matemático, el científico es consciente del placer que conlleva sobre todo una vez resuelto.
Dicho esto, no es difícil suponer que la incertidumbre es un ejercicio tremendamente excesivo para nuestra mente, porque la somete a una deliberación sin salida, porque la lleva a un problema sin solución inmediata. Por ello, el cambio nos duele cuando todavía no ha llegado, nos da miedo y nos hace sentir incómodos, y mucho más cuando vislumbramos que nuestra situación puede empeorar.
Cuando los Scorpions decían que soplaban vientos de cambio, no podían imaginar cuán cierto sería esto unos años más tarde, cuando en efecto acabó cayendo el muro de Berlín y ellos cantaron para toda Alemania junto a sus ruinas. Ahora, vuelven a soplar vientos de cambio en forma de ráfagas huracanadas, y a veces solo podemos agarrarnos a un árbol, esperar que pasen y esperar poder adaptarnos lo mejor posible a nuestra nueva situación. Porque, admitámoslo, nuestra vida está cambiando en este mundo en crisis, y al otro lado no nos espera la vida que llevábamos. Muchas cosas están cambiando, y el que no se lo crea, que me pregunte.
(Foto: sudakia.wordpress.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario