Este pasado verano tuve la suerte de poder recorrer Italia en coche de Sur a Norte, y el camino de Florencia a Venecia, mi novia y yo decidimos pasar de la visita a Bologna que teníamos planificada para acercarnos a Imola, una localidad cercana famosa por su circuito de velocidad que pertenecía antaño al Campeonato Mundial de Formula 1, y trístemente célebre por ser el lugar donde Ayrton Senna, uno de los más grandes y famosos pilotos de automovilismo, perdió la vida.
Ciertamente, yo no puedo decir que sea un gran fan de la Formula 1, pero la verdad es que es circuito es un lugar perfecto para ver de cerca dónde se celebran los Grandes Premios, ya que no tiene una entrada controlada, es decir, uno puede llegar, aparcar donde quiera y literalmente entrar en el circuito y pasear, hacer fotos, sentarse en las gradas, y recorrer el trazado hasta llegar a una rinconcito dentro de los jardines que rodean a la pista, cerca de la curva donde el piloto brasileño murió, y admirar el precioso monumento allí edificado a su persona, así como las numerosas muestras de apoyo y cariño que visitantes de todo el mundo han dejado allí a lo largo de los años.
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