En el último Monguer hablaba de los maltratadores, y de cómo seguía enquistado este tema en nuestra sociedad. Pues bien, si sigue enquistado es, entre otras cosas, gracias a personajes como Robin Camp, un juez canadiense que en septiembre del año pasado estaba juzgando un caso de violación.
Pues bien, al señorito este no se le ocurre otra cosa que preguntarle a la víctima: "¿no podías haber mantenido las rodillas juntas?", a lo que añadió barbaridades como "¿No bajaste el culo para que no te pudiera penetrar?" y "a veces el sexo y el dolor van juntos, y eso no es necesariamente malo". además, cuando supo que la víctima preguntó al agresor si tenía un preservativo, afirmó que probablemente, si éste lo hubiera tenido, no se habría opuesta a las relaciones sexuales.
Varios magistrados se quejaron por su comportamiento, por lo que el juez no se encargará de ningún caso relacionado con abusos sexuales mientras es investigado. Tras las quejas (y no antes), el juez, arrepentidísimo, acudió por decisión propia (es decir, por miedo a perder su trabajo) a un curso de sensibilidad de género, y dice que hará todo lo que pueda para evitar que algo así se vuelva a producir. O sea, el caso clásico de "desafortunadas declaraciones" de las que uno solo se arrepiente cuando trascienden a los medios.
Podríamos hacer aquí la lectura de que en Canadá parece que tienen los mismos problemas con el machismo y la ideología retrógrada incluso entre sus jueces, pero yo prefiero hacer otra lectura: las declaraciones trascendieron por numerosas quejas de otros jueces. ¿De verdad algo como eso podría ocurrir aquí, en España?
Señoría, no hay más preguntas.
(Foto: publico.es)
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